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lunes, 9 de julio de 2018

¿Cuatro años?

¿Hace ya cuatro años? Creo que si, hace cuatro años que una llama se empezó a extinguir, llama brevemente avivada, pero aquí yacía moribunda, una llama de tenue azul, que surcaba inmensos océanos de oscuridad, u encontraba en ellos terribles monstruos.

Unas canciones funestas, como chispas de ese azul fuego, saltaban impulsadas por mis afónicas cuerdas vocales. Recuerdo que nunca he sentido algo tan extraño, una sensación inefable, cercana al luto y el desengaño, terrible y mísero. 

Hoy no brotaría un lamento como aquel, es cierto que aún hoy no he vuelto a sentir ese tipo de pérdida. En el fondo desearía volver a tener motivos para volver a sentir eso, pero sin ese amargo desenlace. Y me dijeron que quién sabe, que la vida da muchas vueltas, que ya encontraré a alguien, o que puede que nos volvamos a encontrar, porque los caminos son difusos, existen cruces que ni podemos imaginar, sin embargo yo me encuentro posiblemente en un camino de una velada soledad.


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