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lunes, 25 de abril de 2016

Perséfone 3

No será lo mismo jamás, ella no volverá, el tiempo finalmente la devoró, y a ti te pasará igual, únicamente hay un final seguro, el vacío, la muerte y la oscuridad, un eterno lamento, aunque vengan otros muchos como tú, vendrán otros a desterrarte, la sombra de los dioses no conoce fin, sin embargo la de los mortales es demasiado breve, no viviremos para verlo ninguno de nosotros, y no sabremos qué concluirá el ciclo aparentemente eterno, pero simplemente espero que en algún momento ella escape una vez más de las tinieblas y que el mundo pueda de nuevo contemplar su milagrosa esencia, desmedido éxtasis primitivo de la vida. Por ahora seguiremos esperando acariciando el vientre de la tierra, escuchando el llanto de tu madre, y buscando algún motivo que haga sonreír a las flores.

Perséfone 2

Pero... ¿Quien eres tú para decirme en qué creer?¿Porqué me dices que ella no existe?¿Te atreves a decirme que no volverá más? Esperaré hasta el fin de los tiempos sentado en el arroyo, junto a tierra negra, la misma tierra que se cubre con un mullido manto de hierba cada año, cada vez que ella vuelve, porque sé que ella no nos puede abandonar, de ella depende la vida, de ella surgen las flores y propicia los frutos dulces de la naturaleza. Tú, aunque hayas vuelto de entre los muertos no puedes cerrarle el paso desde el inframundo, porque está pactado que ella saldrá, y si no lo hace su madre morirá de soledad, si ella no regresa, toda criatura enfermará de tristeza, y este mundo no será diferente al de los muertos.

Perséfone

Oh, diosa, fugaz resurrección de la naturaleza, surgen tímidos tus pasos desde el oscuro inframundo cada año, traes contigo la vida, calor y luz, escapando cada primavera de las garras de la muerte, te encuentras con tu madre y traes de su sonrisa los frutos de la tierra. Tu belleza eclipsa a todos los dioses y te conviertes por completo en reina universal, florece en una solemne reverencia la exuberante vegetación que nace buscándote sin cesar. Diosa, deja que todos los vientos recorran tu cuerpo para que con tu esencia fecundar hasta el más recóndito lugar dónde pueda nacer una frágil flor. Llena el mundo de color una vez más y así por toda la eternidad.

sábado, 23 de abril de 2016

No me importa

La noche huele a ti, huele a recuerdos, confusión, huele a sonrisas, extraña tristeza, huele a ruidos, frío y silencio, la noche sabe a ti, sabe a lágrimas, sabe a aire, a tos, saliva y sangre, y todo parece más mentira, y todo más sincero, me duele la boca de bostezar y la garganta de toser, y lo quiero olvidar, no quiero pensar, ni ver, ni respirar, solo quiero soñar, y parar de escribir cosas que no me importan ni a mi.

martes, 19 de abril de 2016

Simplemente

Mantente en la triste ilusión de los secretos,
revela los silencios incómodos con mentiras
que cubren la soledad de sombras.

Calla, tu siempre calla,
llora, derrama tus lagrimas amargas,
llegarán al océano tarde o temprano,
ahí no parecerán nada,
ni siquiera ellas recordarán
que de tus ojos nacieron,
y al desecharlas quedaron huérfanas,
porque nacieron moribundas
y destinadas a la caída.

Sigo escribiendo, sin saber
cómo conseguir mostrar
lo inútil de unos momentos
que podría haber olvidado.

¡Y es que por estar en verso no es poesía!
¿porqué empeñarse en ocultar entre palabras?
¿porqué escribir sin motivos y no intentar hacer algo bello?
¿¡porqué seguir llorando tinta desordenada!?


jueves, 14 de abril de 2016

Tú y cuatro colores

Blanco, azul, negro, rojo, sigo siendo un pobre vagabundo sin ojos, mendigo de sonrisas, cazador errante de complicidad, aunque sea una fugaz ilusión, aunque sea un vaivén de más de alguna ola moribunda, aunque sea el leve impulso que no merezco.

Atrapo mi ilusión en redes rotas, entre harapos sucios, entre rosas marchitas. Añoro siempre menos de lo que deseo, pero recuerdo menos, olvido el dolor, pero quedan las heridas.

Rojo, blanco, azul y negro, si alguna vez pudiera pedir un deseo, azul, el cielo, rojo, tus labios, blanco, mi mente, negro, el silencio.

jueves, 7 de abril de 2016

La muerte de la memoria

¡Ay de mi, ay de mi! Demente y solitario, triste y misero, hambriento, impertérrito y bocazas. Sucia sombra perdida en el valle de las lágrimas, me compadezco de mi trasparente existencia, me apeno al no vislumbrar mi futuro, y pierdo el tiempo pensando lo impensable, lo aterrador, pensando lo que no se debe, pensando en la muerte de la memoria, el agujero oscuro donde se decanta el tiempo incesante, donde se sume el olvido del alma, el inocuo e inerte devenir de las últimas conciencias. Espero, pasando desapercibido, el fin del universo cognoscible, y, si puedo, dejando el vaho de mi aliento en mis palabras despistadas, abandonando así mis sin razones en textos volátiles. 

viernes, 1 de abril de 2016

Los caminantes de las paredes

Hace tiempo que me ronda la imagen de aquel que camina por la pared, en cualquier callejón me lo puedo encontrar, con frío o con calor, y en los momentos más molestos, la tenue silueta que se mece en la nostalgia paralela al imprescindible delirio. Rítmicos pasos virtuosos por las paredes reclaman el espacio ordinario. Míralo, saltando la ventana, caminando por el muro, y ahí, perpetuo andar ilógico y anti natural. Pensaré en las cabezas vacías, en las mentes ausentes o desniveladas del los caminantes del suelo, porque yo siempre miro hacia el cielo, mientras otros al suelo, mientras otros a nosotros desde la lateral pared enojada.