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jueves, 31 de diciembre de 2015

Hacer música

Si la vida es música hagamos una jam, corramos desnudos por el pentagrama, olvidemos que existen los relojes y usemos nuestro corazón como nuestro propio metrónomo, luzcamos en armonía el amor verdadero sincronizando rítmicamente nuestros latidos y nuestras caderas, y parémonos a escuchar las melodías de nuestras palabras de amor, y el aire de nuestras respiraciones, hagamos percusión con nuestra piel chocando, bailemos con esta sinfonía improvisada, sumerjámonos en cada crescendo, empecemos con un adagio, luego accelerando, acabemos con un allegro vivo y  quedémonos flotando en un eterno calderón, sin que ninguna batuta nos marque cuándo apagar el sonido de nuestra alma.

martes, 29 de diciembre de 2015

27

Citándome con Bequer esta noche me dispuse a buscar una historia de la creación, encontré al final del viejo libro el índice, lo miré, me quedé delante y acto seguido fui a buscar la página 27, ¿porqué esta página? Por nada, ahí no hallé la historia que buscaba, de hecho no existía esa página, estaba en blanco y ni siquiera estaba numerada, no venía en el índice, pero encontré lo que buscaba, encontré una página en blanco, encontré la historia de la creación más pura y verdadera que un hombre podrá jamás encontrar, algo en mi mente me hizo buscar la página número 27. 

En ocasiones necesitamos páginas en blanco para crear de nuevo el mundo, necesitamos ser pequeños dioses, aunque  nuestra creación sea un mundo imperfecto y absurdo, que pase eso no nos hace diferentes a Dios.

jueves, 24 de diciembre de 2015

Una triste noche más

Siento el vacío y la soledad, siento la amargura, siento una conmoción siniestra, un hueco en mi interior, no me siento desalmado, más bien encuentro mi alma perdida, ignorada por el universo que si conspirase sería por aislarme. Me olvido de mi en el silencio y la oscuridad de mi fría habitación. Una noche más, y mil objetivos sin cumplir. Adiós almas errantes de la tierra, adiós a vosotros los que osáis vivir por simple inercia, adiós, porque yo me voy a dormir una triste noche más y espero que mis sueños sean más duraderos que ayer. Al menos durante esta triste noche.

jueves, 17 de diciembre de 2015

Viento

Lamentando alegrías mordaces me rindo a las sonrisas cómplices y doy rienda suelta al azar y a lo inevitable. Salto desde una cumbre inventada, ruedo por las desnudas colinas de mi mente y me escondo en cualquier lugar del planeta si lo quiero reconocer. Sopla un viento modernista en Gran Vía, llueve azul día y noche sin nubes o sin cielo, cantas las ventanas siempre cerradas, duelen los oídos si te callas.

Hace unos días, quizá esta mañana, soñé.

Hace unos días, quizá esta mañana, soñé que el mundo estaba organizado en niveles de altura, subías rampas y llegabas a la naturaleza, cada nivel superior estaba menos humanizado por decirlo de alguna manera, el ser humano había estado menos presente, pero en uno de estos niveles bastante abandonado pero que aún así me resultaba bastante familiar vi algo que me horrorizó, los edificios demasiado altos del nivel inferior empezaban a asomar entre los precipicios, y la gente empezaba a ocupar este nivel y lo hacían tranquilamente como si no pasase nada como si fuese lo más normal del mundo, si te lanzas por uno de esos precipicios caerás en la calle, por donde pasean perros abandonados, por la que los coches circulan con prioridad a las personas, caerás en un lugar donde la naturaleza ya no es la que gobierna, no se atreve a crecer entre las juntas agrietadas del hormigón.

Hace unos días, quizá esta mañana, soñé que escuchaba una banda sonora, pero vivía en esa película de terror, ciencia ficción o fantasía apocalíptica, ahora lo entenderás. El mundo, bueno, lo que fuese, el escenario, era una sucesión, en ocasiones claustrofóbica y  repetitiva, de cubículos de diferentes tamaños, nunca amplios y siempre oscuros o con luz tenue, estas salas estaban inundadas de aguas marinas infestas, con mayor o menor profundidad y suciedad basada en algas y óleo fétido, las habitaciones estaban conectadas por pasillos que podían estar sumergidos y también podían ser verticales. Lo que más asustaba era lo que habitaba esa tenebrosa realidad, eran seres humanos, o lo habían sido, el ser humano había evolucionado, tenía la capacidad de metamorfosearse en seres marinos repulsivos, con aspecto de peces grotescos, era lo único que quedaba en ese mundo, había algunos que habían olvidado cómo volver a ser humanos. Aquí no sé si lo peor era viajar sin rumbo sin encontrar un lugar tranquilo, o tener que sumergirme en las pestilentes aguas para huir de seres que habían olvidado lo que de verdad eran. Al menos podía predecir algunas situaciones según la música de esta banda sonora.

Arena

Hoy me doy cuenta de que el aprendizaje y el estudio es un mero ornamento, es un adorno para la vida miserable, son historias que contar, los datos son anécdotas, las palabras técnicas son susurros de falsedad o de verdades ajenas al continuo devenir de vidas atrapadas en la ignorancia. Estoy escribiendo cosas que no me atrevo a mostrar a un estudiante de filosofía por miedo a que se ría de mi o algo, pero, de qué les sirve buscar la verdad o la corrección, pero para qué sirvo yo, para qué sirves tu. Me quedo con las vivas metáforas, me asusta aveces la muerte de palabras de opinión, que las puedo escribir y mañana en mi mente cambiar de forma radical. Me asusta opinar en papel por miedo a arrepentirme a la vez que tecleo.

Aprender nos forma como personas, pero para qué ser personas si mañana no seremos diferentes a la arena de ese reloj que sella nuestro destino. Mejor ser dioses creadores de mentiras que nadie recordará.


domingo, 13 de diciembre de 2015

Manchas de tinta

Si en mi olfato no olvido los lamentos del ruido de las hojas en invierno, las sonrisas en el viento se clamarán al inhalar los segundos helados de las noches sin consuelo. Se mece la desorientación, se eleva la azul nostalgia para acercarse a la oscura bóveda del cielo, y llama a la puerta de cada estrella para declararse a la eternidad de las luces que vibran al ritmo de corazones engañados por amores imposibles. Es una sucia condena desprenderse de las ganas de volar y bajar, para preguntar a los reflejos que se producen en los charquitos del llanto de los astros, que se aman cada eclipse afortunado y se separan con esperanzas y certezas de pasiones, locuras y amores. 

Pisamos los reflejos, olvidamos y despreciamos la azul nostalgia, escupimos, y ahuyentamos los momentos que no escribimos con la belleza que merecen, debemos hacerlo para que sean algo más que tinta que ensucia nuestras mentes errantes.

sábado, 12 de diciembre de 2015

Gotas de tiempo

Los latidos intermitentes de tristezas desbocadas me atrapan en un sin fin de dudas que me envuelven en carcajadas, las lágrimas me comentan que se han visto depositadas entre mares de lamentos en las noches estrelladas, y cantan dulces los días con las nubes sonrojadas en amaneceres que duran horas y atardeceres que nos atrapan. Mienten las hojas de menta cuando por tu cintura pasan, y mienten en tu boca si en tu lengua bailan. Mira de nuevo las nubes que no me traen agua, traen lágrimas de menta si tu cintura para mi al andar baila. Luces que atraviesan corazones y oscurecen las almas al crear sombras tan grandes que a mi vista alcanzan, tiembla el sonido de lo oscuro si se pierde en Granada, y reza por su orgullo para que del tiempo llegue el mañana, ¡Qué amanezca entre susurros el rocío! ¡Qué esperen las lágrimas de madrugada! ¡Qué muera la oscuridad y el silencio! ¡Que la niebla se anuncie al alba! Callan los vapores olorosos y rajan mi garganta, menta cuando baila, lágrimas siempre, nunca y nada.

sábado, 5 de diciembre de 2015

Y vuelvo a la misma pregunta

¿Qué será de las palabras si nadie las escribe?

Que el dulzor o la amargura permanecerá al menos un día más en mi corazón o en el nuestro. Y será un paso de más en mis recuerdos, será algo más que recordar para olvidar.

viernes, 4 de diciembre de 2015

Han pescado mi alma

Aunque pierda el rumbo me lleva la corriente, me guío en el eco del murmullo de las olas de esta incesante marea, muero en los olvidos de amores invernales, renazco en las sonrisas que me surgen en el día a día. Hoy ha sido un día de querer llorar y no poder, me ha inundado hoy una fuerte alegría, he reconocido hoy corazones, casi estalla el mío de emociones olvidadas, de ilusión de niño. Son los detalles cotidianos los que marcan la diferencia y me estoy encariñando demasiado de gente que no sé si en pocos años volveré a ver.

He encontrado a los que no quiero fallar, 
y aunque no sé en que puerto vamos a parar, 
quiero al ritmo de los corazones remar, 
sin importar el agua ni el viento ni el mar.