Respiro, paro, asciendo. Intento mantener el equilibrio, controlo la situación, miro tanto arriba como abajo, asciendo. Estoy en el mundo de las polillas, de la luz y la oscuridad, agarrado a una puta farola. El mundo se viene abajo, cae bajo mis pies, ¿para qué sujetarse? Aquí en el mundo de las polillas nada importa, todos giran alrededor de la impía luz, una luz que no es nada, que no da calor, no alumbra el camino, simplemente está ahí. En el mundo de las polillas no hace falta reglas, nadie se aleja de la luz, nadie busca en la oscuridad, nadie se atreve, todos se aferran a la monotonía, se esfuerzan por mantenerse revoloteando, aunque es tan simple como dejarse caer. Sigue mi viaje, una farola encendida tras otra apagada durante todo el viaje, infinitos mundos de polillas y la mitad de ellos sin luz, sin explorar.
m-ola
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