No encontraré labios sinceros, ni tu altiva alma, la desmedida fuerza de tu espíritu, ni de nuevo tu rostro en un sueño. Tampoco me encontraré, ni mi triste mirada en un espejo empañado, ni mis pasos torpes, ni mis palabras vanas. Encontraré soledad, mi impotencia ante el inmenso vacío de mis entrañas, ecos silenciados por la ausencia y la miseria. No despierto porque no sueño, y no sueño porque mi mandíbula se tensa desde mi pecho y me impide respirar, y no pienso en ti ni en nada con claridad. Hace algún tiempo que muero desde mi mente hasta mi corazón, y que no recuerdo mis sueños por oscuros, por macabros, o por ausentes. Si tan siquiera pudiese soñar hoy contigo, podría encontrar unos labios aunque mentirosos, un alma falsa, o un anhelo, el anhelo de un rostro, el anhelo de alguien a quien amar, alguien a quien escribir, alguien que me inspire, alguien con quien soñar, un lugar donde descansar, donde poder agarrarme o donde poder llorar.
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