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miércoles, 4 de febrero de 2015

Sin patria

Caminaba por la calle de la ciudad fascinado otra vez por la enormidad de los edificios, pensando si pudiese tener yo algún tipo de vinculación a este lugar, pensé si podía sentirme granadino, pero de ninguna manera pude encontrar vinculación alguna de mi ser hacia el espacio urbano.

A raíz de aquella reflexión ligera me aventuré a buscar en mi algún tipo de identidad nacionalista. Empiezo por Europa por empezar por alguna parte, no me siento identificado por los tópicos atribuidos a los europeos, ni siquiera pienso que mi país pueda asemejarse a ellos, ahora pienso en España, y dudo de la identidad de ésta y de su unidad, inestable desde su origen, no me siento español y dudo que exista forma de sentirse español ya que formamos un país demasiado heterogéneo, busco ahora mi identidad andaluza, me siento más andaluz que español pero aún así no acabo de convencerme, me identifico con los grandes hombres de mi tierra, y los admiro, pero en el grueso de la gente en general no me identifico, así que me busco en mi pueblo y la gente de los pueblos vecinos y me siento aún mas ajeno.¿Cual es mi problema? No me siento ni europeo ni español ni andaluz ni de mi... Tal vez me sienta de mi gente, de mi familia y de mis amigos. 

¿Soy despreciable por no sentirme identificado con una bandera hecha de tal forma por sus llamativos colores en navegación, y que lleva dentro un escudo en cuyo interior muestra los símbolos de los reinos que han oprimido a la gente durante siglos? ¿Soy despreciable por no sentir ni el mínimo atisbo de emoción al escuchar un himno sin letra, una marcha militar que recuerda que es un país unido por la fuerza, y que no expresa nada? Es mucho más fácil identificarse con lo que representan las columnas de Hércules y en medio, dicho héroe dominando a los leones, es más fácil identificarse con una bandera que aparte de su ancestral origen muestra los colores de el paisaje imperante y es más fácil y más cuerdo identificarse y emocionarse con un himno que llama a gritos a la libertad. Pero aún así no hay mayor símbolo que me identifique más que de mi propio reflejo, porque nadie es mi dueño y quiero sentirme libre de decidir mi himno y mi bandera.

Puede que haya empezado por mal sitio, ya que en el fondo, amo a mi gente, amo a mi pueblo, amo mi tierra, amo mi mundo. 

Amo, puedo amar tanto la luz como la oscuridad de mi mundo.

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