Oh, diosa, fugaz resurrección de la naturaleza, surgen tímidos tus pasos desde el oscuro inframundo cada año, traes contigo la vida, calor y luz, escapando cada primavera de las garras de la muerte, te encuentras con tu madre y traes de su sonrisa los frutos de la tierra. Tu belleza eclipsa a todos los dioses y te conviertes por completo en reina universal, florece en una solemne reverencia la exuberante vegetación que nace buscándote sin cesar. Diosa, deja que todos los vientos recorran tu cuerpo para que con tu esencia fecundar hasta el más recóndito lugar dónde pueda nacer una frágil flor. Llena el mundo de color una vez más y así por toda la eternidad.
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