Hace tiempo que me ronda la imagen de aquel que camina por la pared, en cualquier callejón me lo puedo encontrar, con frío o con calor, y en los momentos más molestos, la tenue silueta que se mece en la nostalgia paralela al imprescindible delirio. Rítmicos pasos virtuosos por las paredes reclaman el espacio ordinario. Míralo, saltando la ventana, caminando por el muro, y ahí, perpetuo andar ilógico y anti natural. Pensaré en las cabezas vacías, en las mentes ausentes o desniveladas del los caminantes del suelo, porque yo siempre miro hacia el cielo, mientras otros al suelo, mientras otros a nosotros desde la lateral pared enojada.
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