Pero... ¿Quien eres tú para decirme en qué creer?¿Porqué me dices que ella no existe?¿Te atreves a decirme que no volverá más? Esperaré hasta el fin de los tiempos sentado en el arroyo, junto a tierra negra, la misma tierra que se cubre con un mullido manto de hierba cada año, cada vez que ella vuelve, porque sé que ella no nos puede abandonar, de ella depende la vida, de ella surgen las flores y propicia los frutos dulces de la naturaleza. Tú, aunque hayas vuelto de entre los muertos no puedes cerrarle el paso desde el inframundo, porque está pactado que ella saldrá, y si no lo hace su madre morirá de soledad, si ella no regresa, toda criatura enfermará de tristeza, y este mundo no será diferente al de los muertos.
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