Los latidos intermitentes de tristezas desbocadas me atrapan en un sin fin de dudas que me envuelven en carcajadas, las lágrimas me comentan que se han visto depositadas entre mares de lamentos en las noches estrelladas, y cantan dulces los días con las nubes sonrojadas en amaneceres que duran horas y atardeceres que nos atrapan. Mienten las hojas de menta cuando por tu cintura pasan, y mienten en tu boca si en tu lengua bailan. Mira de nuevo las nubes que no me traen agua, traen lágrimas de menta si tu cintura para mi al andar baila. Luces que atraviesan corazones y oscurecen las almas al crear sombras tan grandes que a mi vista alcanzan, tiembla el sonido de lo oscuro si se pierde en Granada, y reza por su orgullo para que del tiempo llegue el mañana, ¡Qué amanezca entre susurros el rocío! ¡Qué esperen las lágrimas de madrugada! ¡Qué muera la oscuridad y el silencio! ¡Que la niebla se anuncie al alba! Callan los vapores olorosos y rajan mi garganta, menta cuando baila, lágrimas siempre, nunca y nada.
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