Hoy me doy cuenta de que el aprendizaje y el estudio es un mero ornamento, es un adorno para la vida miserable, son historias que contar, los datos son anécdotas, las palabras técnicas son susurros de falsedad o de verdades ajenas al continuo devenir de vidas atrapadas en la ignorancia. Estoy escribiendo cosas que no me atrevo a mostrar a un estudiante de filosofía por miedo a que se ría de mi o algo, pero, de qué les sirve buscar la verdad o la corrección, pero para qué sirvo yo, para qué sirves tu. Me quedo con las vivas metáforas, me asusta aveces la muerte de palabras de opinión, que las puedo escribir y mañana en mi mente cambiar de forma radical. Me asusta opinar en papel por miedo a arrepentirme a la vez que tecleo.
Aprender nos forma como personas, pero para qué ser personas si mañana no seremos diferentes a la arena de ese reloj que sella nuestro destino. Mejor ser dioses creadores de mentiras que nadie recordará.
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