Un eterno vaivén de olas de oscuridad inundan la atmósfera de la noche en Granada con sonidos lejanos que te recuerdan que no andas sólo, la noche te arropa y te expulsa de su dominio lanzándote su frío, te dice que te apresures en volver, por mucho que luches sabes que tu punto de partida es el mismo punto de retorno, nada, nada bueno ni nada malo en la noche, todo, todo se reduce al camino y al frío.
Diáfana luz de luna, violenta armonía de dulces sentimientos en un alma acogidos, rotos y reconstruidos al igual que el corazón, el tiempo no pasa en vano, todo cambia, y todo perdura.
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