Su azul mirada en eterna agonía,
su claro rostro, su melancolía.
Su oscuro cabello, sus alas, su verbo,
su hiel, su sonrisa, su alma, su aliento.
Bello desconcierto,
loca ambigüedad,
ni siento ni padezco,
ni digo la verdad.
No pienso lo que digo,
no pienso lo que escribo.
No tengo motivos,
sólo tengo delirios.
Te cansarán mis rimas fáciles,
no sé si puedo hacer más,
pero escribo lo que puedo,
y lo que pienso al trasnochar.
Siempre empiezo hablando de ti,
y acabo hablando de mi,
puede que no pueda ser de otra forma,
y puede que no pueda vivir así.
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