No necesito escuchar música, escucho el silencio, no necesito aprender idiomas entiendo a personas, no tiene que pasar el tiempo, ya pasa la vida, no me sujeto a nadie, me sostengo en momentos, y las luces no se encenderán, porque llegará el amanecer.
Minutos, días, segundos, horas, instantes y eternidades, lamentos silenciosos, ojos cerrados, y noches inesperadas, pensamientos repentinos, sueños pasajeros y palabras absurdas sobre un un negro primigenio de soledad, sin vocalizar la realidad, ¿para qué? Pues para sentirse traicionado, decepcionado, insultado, si acaso para escribir algo, o para acercarse al inminente destino de la muerte certera que acompaña a cada hombre, desaparecer.
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