Un perfecto sol de otoño y una brisa agradable a las 3 de la tarde, en la puerta de los institutos, donde hace dos años paraba con la gente a la que quiero. Este día estoy otra vez con ellos pero con otro rumbo, participo en nuestro encuentro breve, te veo con tu hermana, sin querer hacerte parar demasiado, sin querer entretenerte, y sin saber qué decirte. En ese momento al verte sonreír me fulminaste, sentí como me atravesabas el pecho y me detuviste por un instante el corazón, un fogonazo, una pequeña e intensa taquicardia, esa sonrisa me derritió como otras tantas veces, pero esta vez me cogiste por sorpresa, tu sonrisa me dejó estupefacto como la primera vez que me fijé en ti, y en tu mirada... Me faltan palabras y siempre me quedaré corto con tu mirada aunque grite a los mil vientos lo que siento al balancearme desde tus pestañas hasta tus pupilas. Y me pierdo desde mis recuerdos hasta caer en las profundidades de esos ojos que, como vi escrito en el Albaicín, pueden besar con la mirada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario