Si pudiéramos dejar de vivir tan deprisa, despojarnos del reloj, volver a sentir el tiempo sin forma ni medida, como cuando éramos niños. ¿Recuerdas la última vez que jugando perdiste la noción del tiempo? Los minutos parecían horas y las horas instantes, deformabamos la realidad, se fundía el tiempo, los relojes no existían. Los días eran inmensos, las semanas interminables, y cada día nos volvíamos más viejos. Ahora no somos capaces de doblegar la dictadura del horario, nos doblegamos nosotros a la rutina. Es lamentable, que suframos por perder tiempo, es como molestarse porque el agua fluya. Yo sólo pido un remanso, disfrutar de los meandros, dejar de precipitarme por una cascada tras otra.
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