Se parte la luna en plata empapada, pétalos blancos cayendo sobre las miradas perdidas, cierro los ojos al enfrentar otra mirada repentina, y los abro de nuevo cuando te haces la dormida. Nunca seré la sombra de aquel chaval de dieciséis, nunca tendrás veintiuno de nuevo bajo el sol de 2012, ni nos desnudaremos con la luz partida por la persiana sobre mi cama, ni bajo las estrellas del sur, aborrezco tu actitud, como si nunca hubiese pasado, como haciéndote la inaccesible, pero ya volverás coqueta, ya querrás jugar de nuevo conmigo, pero espero que cuando eso pase tenga la voluntad para hacer lo que tú haces, pero no olvidarte, no olvidar tus besos, ni tus afilados torpes labios. Inalterable tu rostro tras tantos años, y tu risa de niña, tu imagen inmutable que me obsesionaba. Se aplastaba el sol deprimido en septiembre, y se iba con la música a otra parte la dama de los gatos, increíble historia que si hubiese sido un sueño nada hubiera cambiado.
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