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lunes, 5 de octubre de 2015

La farola solitaria

Otra noche sin estrellas, otra absurda calacamonia encriptada en este oscuro cuadrilátero con cortinas rojas, cortinas que tamizan la luz de la tenue farola para dar a mi habitación un aire de eterno crepúsculo, y me sume en mi delirante melancolía que hace que mis dedos se muevan para teclear mis infames lamentos de mi hastiada alma. Y llego al mismo punto de siempre, llego a preguntarme porqué sigo escribiendo ésto, me consuelo diciéndome que es para desahogarme, pero realmente acabo igual que cuando empecé, igual de sólo, igual de perdido por las bastas colinas de mis pensamientos, de los más mundanos hasta los más profundos, de los más sinceros a los más inútiles, de los más puros a los más deleznables, pero nunca encuentro el valor, nunca encuentro lo que esa escurridiza esperanza me muestra, solo encuentro aveces ganas de seguir escribiendo.

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