Esta es la historia de un perro. Era un perro que estaba solo, abandonado, triste y perdido. Sabía que tarde o temprano iba a desaparecer como todos sus amigos. Llevaba casi un año vagabundeando, un logro para alguien de su especie. Se acercaba la navidad una época de recuerdos, cuando era tan solo un cachorro con ni siquiera un mes de vida se lo quitaron a su madre y fue el regalo de navidad de un niño de la aristocracia los primeros días fueron una maravilla estaban siempre acariciándolo, pero cuando terminaron las vacaciones de navidad todo cambió, ahora lo ignoraban, y cuando se acercaba a su amo para que le acariciase, él se enfadaba y decía que estaba harto del perro, no llegó a durar un mes hasta que lo abandonaron en la carretera. Pasó mucha hambre hasta que llegó a un colegio en el que le daban de comer las sobras del comedor, su vida se estabilizó pero no tardó en llegar el buen tiempo y con él las vacaciones de verano. Fueron unos meses terribles, un calor abrasador se combinaba con una sed terrible para los que tenían cuatro patas y no llegaban a las fuentes, todo se hacia un poco mas soportable por las noches, en la que la hospitalidad de algunos niños turistas le proporcionaban sobras de comida en las terrazas de los bares. Pronto, volvió el mal tiempo, casi dos semanas sin parar de llover, parecía que no iba a volver a pasar sed durante años. Los niños volvieron a la escuela todos parecían mas altos y podía reconocer caras nuevas. Todo volvía a ser fácil, pero ahora los árboles morían poco a poco en vez de nacer y colorear sus ramas de verde. Cada vez hacia mas frío, y la ciudad reducía su ritmo frenético al que le tenía acostumbrado y solo quedaban en la calle almas en pena, pobres, vagabundos y hambrientos, como él. Pasadas unas semanas las calles se iluminaron, los escaparates se llenaron de color, los niños desaparecieron de la escuela y la ciudad resucitó recordándole sus primeros días. Una profunda pena lo inundó, decidió volver al barrio donde pasó sus primeras semanas de vida en aquella casa de ricos. Aquella zona era la más limpia e iluminada de la ciudad, su antigua casa sobresalía por encima de las demás por su tamaño y belleza, nada había cambiado desde entonces. En la puerta había un esterillo limpio y reluciente en el que decidió quedarse ha dormir. No recordaba porque, pero a la mañana siguiente se encontraba en un lugar lleno de perros, algunos viejos conocidos pero estaban limpios, y no parecían tener hambre, ni sed, ni sufrimiento. Definitivamente no quería moverse de aquel lugar.